TESTIMONIO
TESTIMONIO
Paqui trabaja en el departamento de Admisiones, Matriculaciones y Atención a las familias del colegio Arroyomolinos. En esta publicación nos cuenta su vuelta a la fe y cómo ha repercutido en su familia y en el modo de ver la vida.
Autoría: Paqui Serrano | Colegio Arroyomolinos
15 de febrero de 2024
2 min de lectura
Al principio llevábamos a los niños a un colegio público y en la zona se empezó a hablar de la posibilidad de abrir un nuevo colegio en Arroyomolinos. Era el año 2010, decían que sería un colegio cristiano. Nuestro primer contacto con el colegio fue Mariano, quien ahora es la primera persona que se encuentran las familias. Nos encajó mucho todo lo que nos contó y sinceramente nos enamoramos del centro. Así que, después de un año, decidimos matricular en Arenales Arroyomolinos a nuestros hijos Iván y Paula. A partir de ahí fue todo un acierto tanto para mis hijos como para toda la familia.
Más adelante Mariano, con el que ya teníamos más confianza, invitó a mi marido a un retiro espiritual. Era un sábado, me acuerdo perfectamente, porque cuando le vi llegar era otro, venía más feliz, no se me olvidará. Poco a poco empezó a volver a vivir la fe de una manera más profunda y verdadera. Forjamos una amistad de verdad con Mariano y su mujer, Elvira.
“Me di cuenta que volver a tomarme en serio la fe no solo me ayudaba a mí sino que repercutía de manera positiva en mi familia y en el modo de vivir, en enfrentarme a la vida con mejor cara”
Al ver a mi marido tan contento también quise acercarme más a la fe y participé de un retiro. Estábamos un buen grupo de personas, pero al escuchar unas palabras del sacerdote, pensé que solo me hablaba a mí, me ayudó mucho ese parón. Poco a poco empecé a entender más a Dios, la Santa Misa y sobre todo a mis hijos. Puedo decir que empecé un camino muy bonito y del que estoy muy agradecida.
Una de las cosas que más me ha ayudado es ver a las personas que tenían más experiencia que yo en la vida espiritual, para mí eran un ejemplo y sobre todo una invitación a recorrer ese camino sin obligarme a nada, con plena libertad.
Desde el colegio nos propusieron ser FEC (familia encargada de curso), empezando a organizar planes, excursiones e hicimos un buen equipo.
Con el tiempo, Marian, profesora de religión, me invitó a medios de formación y empecé a entender más cosas. Mi gran suerte fué cuando me ofrecieron un encargo en el colegio. Empezaba la responsabilidad de atender la capilla, preparar la Misa, planchar los ornamentos del sacerdote, limpiar la plata, etc. Planchaba junto al Sagrario y al lado de un cuadro de San Josemaría, en la mejor compañía. Más tarde, me ofrecieron un puesto de trabajo en Secretaría, dónde me encargo de Admisiones, Matriculaciones y Atención a las familias del colegio. Ahora trato de poner en práctica y devolver la acogida que tuvieron conmigo años atrás.
Lo que me llamó la atención es el buen recibimiento que tuvimos, sentía que no era nueva, parecía que nos conocíamos de toda la vida. Esto es lo que intento transmitir ahora a las familias nuevas, aceptarlos tal y como son, y que se sientan como en casa. Esto es lo que nos diferencia con respecto al resto de los colegios. Si una familia pide ayuda se la vamos a dar.
Otra cosa que me dejó sorprendida es que forjamos una verdadera amistad con el tutor de mi hijo, nunca pensé que me haría amiga de los profesores de mis hijos.
También me llamó la atención que mis hijos siempre venían felices al colegio hasta 2º bachillerato. Pienso que fue el colegio el que nos ayudó a implicarnos en todas las etapas, no solo al comienzo.
La gente al ver un cambio en mí, lo que veían era una persona feliz y me preguntaban el por qué ya que al principio no lo entendían. Yo les explicaba y sin proponérmelo, les contagiaba esa felicidad que yo ya tenía dentro.
Mis hijos también lo notaron. Al principio preguntaban mucho y yo les fui explicando por qué iba a Misa a diario, por qué me confesaba con más frecuencia, etc… Aunque tuve mi período de adaptación, poco a poco lo vivía con tanta naturalidad que ellos ya lo veían normal y estaban felices de vernos tan bien. Una consecuencia de intentar vivir en cristiano es que ahora quiero cuidar mejor a mi familia.
Antes iba al colegio como madre, ahora soy parte del proyecto educativo del colegio y es parte importante de mi día a día.
A mi padre le diagnosticaron demencia y a mi madre alzheimer, al principio no lo supe gestionar y me costó mucho afrontar esta situación. Pedí ayuda al capellán del colegio quien me dijo: “Paqui, el Señor te ha tocado y te invita a llevar la Cruz”. Con el tiempo entendí este mensaje, entendí que Dios me estaba dando una oportunidad de darle algo que yo podía dar, ofrecerle esa nueva etapa. Experimenté la gracia de Dios porque empecé a llevarlo de otra manera.
Más tarde mi padre falleció, en el año 2019, y mi madre ahora está en la residencia ya que era la mejor manera de cuidarla como se merece.
Ahora sigo sufriendo y de vez en cuando lloro pero de otra manera, con paz. Esta situación me ha ayudado para el resto de mi vida y para afrontar cada mañana.
Voy al trabajo ofreciendo lo que tengo, dando gracias a Dios a quien le digo: “Te doy mi día, así que haz lo que quieras, estoy en tus manos”.
Mi marido empezó a trabajar muy joven como conductor de camión. Siempre tuvo la ilusión de estudiar algo relacionado con la informática ya que le encantaba pero se le quedó en el tintero. Hace 15 años, más o menos, cambió de trabajo y ahí se planteó retomar los estudios y hacer Ingeniería Informática. Me pareció buena idea porque le veía feliz y más cerca de cumplir su sueño así que decidí apoyarle. En este tiempo dió un salto importante en su carrera laboral y trabajó en el Banco Santander.
Fueron cinco años duros porque le veíamos poco por sus clases, tiempo de estudio, exámenes y yo asumía gran parte de las tareas familiares. Por eso él dice que “la mitad de mi carrera es de mi mujer”. Se sacó la carrera y ahora es el director de FP del colegio.
Ahora estoy en la mejor etapa de mi vida, mis hijos ya son mayores y puedo compartir muchos ratos con mi marido, la fe, incluso el lugar de trabajo. Estoy plena y por eso doy muchas gracias a Dios.
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